Me estoy poniendo nervioso porque no encuentro la Lonely Planet y encima Miguel tampoco encuentra su Trotamundos. Ni mi gorra del Tour. No somos nadie sin guías, menos mal que la que nos prestó Susana y Manolo estaba en otro sitio.
He venido con muchas ganas a Santiago, siempre he leído, escuchado que es una ciudad especial, una mezcla de Antillas con Nueva Orleáns y no se cuantos sitios mas. A eso, hay que unirle que aquí empezó a gestarse la Revolución con el ya mítico ataque al Cuartel de Moncada un día después del 25 de julio, día de Santiago y día grande del carnaval.
Vamos a empezar la visita por el Castillo del Morro, patrimonio de la humanidad y que incluye un pequeño museo de la piratería. La situación de la fortaleza no es solo estratégica, sino también espectacular. Este castillo vio en primera fila la humillante derrota de la flota española con los americanos en el 98 y nuestra posterior rendición. Hoy mas que nunca debemos sentirnos orgullosos de haber plantado cara al imperialismo cuando la derrota era segura. Como se dice por aquí: Venceremos!!
El castillo es bonito y la exposición decentilla, vamos que es un punto imprescindible de cualquier visita aquí.
Volvemos a la ciudad para seguir nuestra visita. Esta parte si me ha decepcionado. Siento algo similar al año pasado en Split, iba con mucha ilusión de ver el Templo Diocleciano y fue un bluff, pues aquí me está pasando lo mismo. La ciudad tiene ambiente, tiendecillas, bares, pero no me acaba de llenar. EL Museo del Carnaval es chulo (una curiosidad, con el triunfo de la Revolución se cambió el nombre de Reina de Carnaval por Estrella o algo así, mas acorde con la nueva sociedad... peor nos fue en España que se prohibió el Carnaval) y el Museo del Ron es absolutamente prescindible: un paseo rápido de un guía que habla fatal y que lo que quiere es encalomarnos unas botellitas de Ron. Lo mejor ver rones de cualquier parte del mundo, salvo el mítico Negrita típico de algunas fiestas sobradillenses....
Un pequeño descanso para tomar algo y nos encaminamos hacia el Cuartel de Moncada, ahora Escuela 26 de Julio. El camino está salpicado de recuerdos a Frank País, que no fue el fundador de nuestro periódico, sino un chavalito de 22 años que durante un añito se encargo de aprovisionar a los barbudos en Sierra Maestra. Fue acribillado por los sicarios de Batista y en todo Cuba, pero sobretodo en Santiago hay auténtica devoción por él.
El cuartel tiene poco que ver, más bien nada porque está cerrado, pero las paredes pintadas de amarillo y su forma escalonada es una visión imprescindible para tratar de entender lo que es la Revolución y sus lugares sagrados.
He venido con muchas ganas a Santiago, siempre he leído, escuchado que es una ciudad especial, una mezcla de Antillas con Nueva Orleáns y no se cuantos sitios mas. A eso, hay que unirle que aquí empezó a gestarse la Revolución con el ya mítico ataque al Cuartel de Moncada un día después del 25 de julio, día de Santiago y día grande del carnaval.
Vamos a empezar la visita por el Castillo del Morro, patrimonio de la humanidad y que incluye un pequeño museo de la piratería. La situación de la fortaleza no es solo estratégica, sino también espectacular. Este castillo vio en primera fila la humillante derrota de la flota española con los americanos en el 98 y nuestra posterior rendición. Hoy mas que nunca debemos sentirnos orgullosos de haber plantado cara al imperialismo cuando la derrota era segura. Como se dice por aquí: Venceremos!!
El castillo es bonito y la exposición decentilla, vamos que es un punto imprescindible de cualquier visita aquí.
Volvemos a la ciudad para seguir nuestra visita. Esta parte si me ha decepcionado. Siento algo similar al año pasado en Split, iba con mucha ilusión de ver el Templo Diocleciano y fue un bluff, pues aquí me está pasando lo mismo. La ciudad tiene ambiente, tiendecillas, bares, pero no me acaba de llenar. EL Museo del Carnaval es chulo (una curiosidad, con el triunfo de la Revolución se cambió el nombre de Reina de Carnaval por Estrella o algo así, mas acorde con la nueva sociedad... peor nos fue en España que se prohibió el Carnaval) y el Museo del Ron es absolutamente prescindible: un paseo rápido de un guía que habla fatal y que lo que quiere es encalomarnos unas botellitas de Ron. Lo mejor ver rones de cualquier parte del mundo, salvo el mítico Negrita típico de algunas fiestas sobradillenses....
Un pequeño descanso para tomar algo y nos encaminamos hacia el Cuartel de Moncada, ahora Escuela 26 de Julio. El camino está salpicado de recuerdos a Frank País, que no fue el fundador de nuestro periódico, sino un chavalito de 22 años que durante un añito se encargo de aprovisionar a los barbudos en Sierra Maestra. Fue acribillado por los sicarios de Batista y en todo Cuba, pero sobretodo en Santiago hay auténtica devoción por él.
El cuartel tiene poco que ver, más bien nada porque está cerrado, pero las paredes pintadas de amarillo y su forma escalonada es una visión imprescindible para tratar de entender lo que es la Revolución y sus lugares sagrados.
Hemos decidido darnos un pequeño festín en el Buffet del hotel, que según un amiguito de Jose es donde mejor se cena en Santiago. La cena es abundante y correcta, pero consigue un efecto perverso es que el estar en el hotel nos ha matado y parece que se nos quitan las ganas de salir. Puede que las noches de juerga, las pocas horas de sueño o la carretera que hay por delante sea la causa, pero el hecho es que no conoceremos la marchita santiaguera.
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