... Y llegó el primer día de penurias!!! El día que dejamos La Habana y partimos para Pinar del Río, la provincia más occidental de la isla y junto, con las niñas menores de 12, lo único que da virgen en Cuba. Madrugamos un huevo, (bueno, ya sé que las 7 no es mucho para algun@s, pero joder, estoy de vacaciones...), para alquilar un coche. Chungo eso de alquilar, nadie tiene coche pero todos te dicen que te pases más tarde... bueno a final lo conseguimos, y después de ver a Mayte Martínez ganar el bronce, y después de despedirnos de las camareras del hotel que, irónicamente nos preguntan cuanto ron bebimos anoche porque no hacemos más que pedir agua en el desayuno, partimos rumbo para la provincia de Pinar del Río.
Hasta ahora me había parecido que circular en coche por Cuba había que ser cuando menos osado. Pero no es exactamente eso. Las carreteras, contrariamente a lo que se dice, no son buenas, pero tampoco son desastrosas. Se puede correr en la autopista, y las carreteras nacionales aunque tienen bastantes baches, son amplias. Lo que ocurre es que como siempre hay que contar con el factor Cubano: Peatones caminando por la calzada o haciendo botella (autostop) en todos los cruces, en medio de la calzada, bicicletas y motos mil, carricoches tirados por caballos o bueyes que no solamente circulan por la autopista, si no que además si les conviene, te hacen un cambio de sentido y se pasan al otro lado o atraviesan de lado a lado la autopista, incluso animales en medio de la vía (perros, gallinas, cabras, caballos, vacas...)
Y como decía Sergio, prácticamente no hay indicaciones. Si acaso te enteras de que has llegado a, pongamos, Consolación del Sur, porque ves un cartel que dice que “Los Consolareños seguimos alerta”. Flipas lo de la propaganda. Podían gastarse la pintura en pintar la rayas de la carretera...
Tardamos unas 2 horas en llegar a Pinar del Río, a 175 km de la Habana, seguidamente nos perdemos y perdemos tres cuartos en desandar el camino. Nuestro destino turístico de hoy es la regíon conocida como María la Gorda, una serie de playas (la más llamativa una que se llama las Tetas de María), en una zona protegida del sur. Las horas va y los kilómetros van pasando y finalmente llegamos tras ir bajando la categoría de la carretera hasta que llegamos al final donde hay un complejo (sencillo) con varios bungalows en el que nos preguntan si tenemos “reservación”. Pues no, pues son sinco pesos convertibles, pues dejenos ver el sitio y decidimos...total que una cervecita en el sbar del sitio y nos piramos que en el camino había sitios desiertos muy chulos, y esto de soltar los dólares a cada momento es muy duro.
Son las 6 cuando por fin nos metemos en el agua tibia y cristalina del caribe, en una playita de arena blanca, proveniente de los corales muertos que todavía pueden encontrarse abundantemente. Os colgaría la foto, pero no sé por qué pero las fotos no se suben al blog. Ya las colgaré en otro sitio para que las veáis los que queráis. Mereció la pena llegar hasta aquí, pero todavía tenemos que desandar parte del camino para llegar a nuestro destino final hoy: Viñales.
La búsqueda de este pueblo nos lleva otras tres horas por esas carreteras cubanas. Lo peor es que a las 8 y media es de noche y esto añade dificultad extra al asunto. Volvemos a perdernos, encima en la misma carretera que a la ida, pero llegamos finalmente a Viñales, donde encontramos un par de habitaciones y una cena pantagruelica en una casa particular. Finalmente, estamos tan machacados que desistimos de visitar el pueblo, y lo dejamos para el día siguiente.
La zona de Viñales es preciosa si os gusta la naturaleza. Viñales es un pueblo coqueto, ordenado, con un entorno natural muy apropiado para realizar itinerarios, ya sea a pie o a caballo, en barca, visitar sus cuevas...Creo que no se estila mucho por aquí pero a las que os gusta escalar (mis dos rubias preferidas) creo que os gustaría. Si no fuese por este infernal calor de agosto, hasta yo creo que haría mis pinitos...
Tenemos que dejar Viñales tras la hora de comer, pues debemos estar de regreso en la Habana a las 19:05 para coger el avión a Santiago de Cuba. El viaje de vuelta lo paso intentando ponerme al día con este blog mientras dura la batería.
El viaje a Santiago es más largo de lo esperado pero el avión (un Yak-42) responde. Al llegar a Santiago empieza nuestro suplicio eterno, el tío que chequea que no te lleves un equipaje que no sea el tuyo te lleva (oiga ¡ donde se lleva mi maleta) el equipaje hasta el maletero de su colega “taxista” que te lleva al hotel, con la consiguiente propina. Estoy empezando a rayarme, la cantidad de chavos que se van en estas propinas o en quitarte a los pedigüeños de encima, me desespera.
Salimos a cenar y tomar una copichuela al lado del hotel. Nos venden participaciones para la rifa de una botella, y a la vez nos piden tabaco, refrescos... y si dices que no te ponen cara amable precisamente. Hotel, dulce hotel, por lo menos aquí hay aire acondicionado y no te piden propina. Y te ponen cbatas hasta las tres mientras una chica canta canciones tiernas (Silvio Rodríguez, Milanés, Serrat...) Que buen sitio para llevar una chavala ... que no te quiera por tu dinero. El resto lo podéis imaginar, exhaltación de la amistad, etc, etc...y a dormir
Hasta ahora me había parecido que circular en coche por Cuba había que ser cuando menos osado. Pero no es exactamente eso. Las carreteras, contrariamente a lo que se dice, no son buenas, pero tampoco son desastrosas. Se puede correr en la autopista, y las carreteras nacionales aunque tienen bastantes baches, son amplias. Lo que ocurre es que como siempre hay que contar con el factor Cubano: Peatones caminando por la calzada o haciendo botella (autostop) en todos los cruces, en medio de la calzada, bicicletas y motos mil, carricoches tirados por caballos o bueyes que no solamente circulan por la autopista, si no que además si les conviene, te hacen un cambio de sentido y se pasan al otro lado o atraviesan de lado a lado la autopista, incluso animales en medio de la vía (perros, gallinas, cabras, caballos, vacas...)
Y como decía Sergio, prácticamente no hay indicaciones. Si acaso te enteras de que has llegado a, pongamos, Consolación del Sur, porque ves un cartel que dice que “Los Consolareños seguimos alerta”. Flipas lo de la propaganda. Podían gastarse la pintura en pintar la rayas de la carretera...
Tardamos unas 2 horas en llegar a Pinar del Río, a 175 km de la Habana, seguidamente nos perdemos y perdemos tres cuartos en desandar el camino. Nuestro destino turístico de hoy es la regíon conocida como María la Gorda, una serie de playas (la más llamativa una que se llama las Tetas de María), en una zona protegida del sur. Las horas va y los kilómetros van pasando y finalmente llegamos tras ir bajando la categoría de la carretera hasta que llegamos al final donde hay un complejo (sencillo) con varios bungalows en el que nos preguntan si tenemos “reservación”. Pues no, pues son sinco pesos convertibles, pues dejenos ver el sitio y decidimos...total que una cervecita en el sbar del sitio y nos piramos que en el camino había sitios desiertos muy chulos, y esto de soltar los dólares a cada momento es muy duro.
Son las 6 cuando por fin nos metemos en el agua tibia y cristalina del caribe, en una playita de arena blanca, proveniente de los corales muertos que todavía pueden encontrarse abundantemente. Os colgaría la foto, pero no sé por qué pero las fotos no se suben al blog. Ya las colgaré en otro sitio para que las veáis los que queráis. Mereció la pena llegar hasta aquí, pero todavía tenemos que desandar parte del camino para llegar a nuestro destino final hoy: Viñales.
La búsqueda de este pueblo nos lleva otras tres horas por esas carreteras cubanas. Lo peor es que a las 8 y media es de noche y esto añade dificultad extra al asunto. Volvemos a perdernos, encima en la misma carretera que a la ida, pero llegamos finalmente a Viñales, donde encontramos un par de habitaciones y una cena pantagruelica en una casa particular. Finalmente, estamos tan machacados que desistimos de visitar el pueblo, y lo dejamos para el día siguiente.
La zona de Viñales es preciosa si os gusta la naturaleza. Viñales es un pueblo coqueto, ordenado, con un entorno natural muy apropiado para realizar itinerarios, ya sea a pie o a caballo, en barca, visitar sus cuevas...Creo que no se estila mucho por aquí pero a las que os gusta escalar (mis dos rubias preferidas) creo que os gustaría. Si no fuese por este infernal calor de agosto, hasta yo creo que haría mis pinitos...
Tenemos que dejar Viñales tras la hora de comer, pues debemos estar de regreso en la Habana a las 19:05 para coger el avión a Santiago de Cuba. El viaje de vuelta lo paso intentando ponerme al día con este blog mientras dura la batería.
El viaje a Santiago es más largo de lo esperado pero el avión (un Yak-42) responde. Al llegar a Santiago empieza nuestro suplicio eterno, el tío que chequea que no te lleves un equipaje que no sea el tuyo te lleva (oiga ¡ donde se lleva mi maleta) el equipaje hasta el maletero de su colega “taxista” que te lleva al hotel, con la consiguiente propina. Estoy empezando a rayarme, la cantidad de chavos que se van en estas propinas o en quitarte a los pedigüeños de encima, me desespera.
Salimos a cenar y tomar una copichuela al lado del hotel. Nos venden participaciones para la rifa de una botella, y a la vez nos piden tabaco, refrescos... y si dices que no te ponen cara amable precisamente. Hotel, dulce hotel, por lo menos aquí hay aire acondicionado y no te piden propina. Y te ponen cbatas hasta las tres mientras una chica canta canciones tiernas (Silvio Rodríguez, Milanés, Serrat...) Que buen sitio para llevar una chavala ... que no te quiera por tu dinero. El resto lo podéis imaginar, exhaltación de la amistad, etc, etc...y a dormir
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