Toda la vida oyendo eso de los psicólogos argentinos, que si son unos pesados y no hacen más que hablar, para llegar a un paladar a cenar y que dos argentinos digan que nunca han visto a gente que hable más que un cubano. Y es verdad!! Da igual la hora, el sitio, si hace calor, bastante calor o mucho calor, siempre encontrarás a un cubano que te pregunta la hora y como contestes inicie una conversación inacabable, ya puede ser de España, de Madrid, de Zapatero o del mismísimo Comandante...
Pero empecemos por el principio del día. Todavía con algún ligero efecto de los cubatas de la noche anterior, o mejor dicho de hace un rato, iniciamos nuestra primera visita a la ciudad. Hoy La Habana Vieja, patrimonio de la Humanidad desde hace más o menos una década. Después de cruzar medio Malecón, donde las obras conviven con fachadas que parece que como las soples se caen, el taxi nos dejó en la parte vieja. Oh los taxis, se podría escribir un libro sobre ellos y no enterarte de cómo funcionan, amarillos, rojos, grises, Cadillacs de hace 40 años, LADAs importados de la URSS, unos con taxímetro, la mayoría que nos los usan, otros que no pueden coger turistas, yo que sé... Mira que siempre me ha gustado lo de regatear, pero aquí lo primero es saber si a ese taxista se puede o no regatearle...
Volviendo a La Habana Vieja, ésta es una isla en mitad de la ciudad, muchas fachadas bien restauradas, gente pero sin agobios, y unas preciosas casas que, sin duda, hacen justicia a la fama que les precede. Me quedo con la Plaza de Armas, a escasos metros de la Catedral, aquí se encuentra la Residencia de los Capitanes Generales (actual Museo de la ciudad) y un bonito jardín rodeado de libros de segunda mano. Fácil el 80% de los libros son del Ché: el Ché en Bolivia, el Ché como ministro, el Ché médico, héroe de la patria,... Si el Ché levantase cabeza no se si estaría tan contento con el uso que de su imagen hace la Revolución, pero en definitiva, es lo que tienen los mitos.
En el Museo de la Ciudad, nos hemos dado cuenta de la mitificación del Rey Juan Carlos, hemos visto la famosa Giraldilla, símbolo del Ron Havana Club y asociada a Inés de Bobadilla y a una historia que no me acuerdo demasiado bien. La visita de los monumentos y museos en La Habana es interesante, pero lo que me ha resultado sorprendente es la cantidad de funcionarios que hay, en ocasiones más que turistas.
De repente a la hora de comer, las nubes han tapado el sol y ha empezado un tormentón. Los cubanos ni se han inmutado, pero los italianos de la mesa de al lado y nosotros lo hemos flipado. Si una tormentilla es así, ¿cómo será un huracán?
Hoy ya nos hemos aventurado a meternos por las calles que no son tan turísticas, tratando de conocer como viven por aquí. En cuanto sales del callejeo turístico, las calles están mal asfaltadas y la gente está en la calle, ya sea jugando los niños descalzos al fútbol, como los más mayores sentados en la puerta de sus casas. En cada cuadra hay un Comité de Defensa de la Revolución (CDR) y de vez en cuando las pequeñas tiendas estatales que apenas tienen más que plátanos. Estas tiendas y pocas más (la de los famosos helados Coppelia) son las que autorizan el pago en Pesos cubanos (para que os hagáis una idea: 1 € = 1.2 CUC (pesos convertibles) y 1 CUC = 24 pesos cubanos). Lo de la doble moneda es un truco financiero, para no devaluar la moneda ni arruinar más a los propios cubanos. Dejando la moneda de un lado, lo impresionante de meterse por otras calles es que en Cuba no se siente la inseguridad, y eso sin duda te permite sumergirte más en la nada fácil realidad del pueblo cubano.
Ya hemos empezado nuestro particular concurso de “Encuentra el mejor mojito de Cuba”. De los 2 de hoy, el mejor ha sido el de “La Bodeguita del medio”, supongo que la historia del sitio ayuda.
Pero volvamos al principio y a las charlas de los cubanos. Tu te empollas la Lonely, encuentras un sitio que crees chulo para cenar, pero como hables con un cubano olvidate, todos conocen un sitio mejor, más barato con los platos más grandes,... Vale, me has convencido, vas y el tío se sienta contigo en la mesa (mientras hacen la cena, recordad que es Cuba) y te habla de cualquier cosa y es que ya lo dice Fidel “Cultura y Libertad” (Libertad cero pero todos al cole hasta los 16). El colega a estas alturas es tu compadre, te busca un garito para tomar copas (él también las toma) y despide a su mujer a casa y. Al final no todo es tan buena voluntad y nos cobran más, ¡joder, que capullo.
Pero empecemos por el principio del día. Todavía con algún ligero efecto de los cubatas de la noche anterior, o mejor dicho de hace un rato, iniciamos nuestra primera visita a la ciudad. Hoy La Habana Vieja, patrimonio de la Humanidad desde hace más o menos una década. Después de cruzar medio Malecón, donde las obras conviven con fachadas que parece que como las soples se caen, el taxi nos dejó en la parte vieja. Oh los taxis, se podría escribir un libro sobre ellos y no enterarte de cómo funcionan, amarillos, rojos, grises, Cadillacs de hace 40 años, LADAs importados de la URSS, unos con taxímetro, la mayoría que nos los usan, otros que no pueden coger turistas, yo que sé... Mira que siempre me ha gustado lo de regatear, pero aquí lo primero es saber si a ese taxista se puede o no regatearle...
Volviendo a La Habana Vieja, ésta es una isla en mitad de la ciudad, muchas fachadas bien restauradas, gente pero sin agobios, y unas preciosas casas que, sin duda, hacen justicia a la fama que les precede. Me quedo con la Plaza de Armas, a escasos metros de la Catedral, aquí se encuentra la Residencia de los Capitanes Generales (actual Museo de la ciudad) y un bonito jardín rodeado de libros de segunda mano. Fácil el 80% de los libros son del Ché: el Ché en Bolivia, el Ché como ministro, el Ché médico, héroe de la patria,... Si el Ché levantase cabeza no se si estaría tan contento con el uso que de su imagen hace la Revolución, pero en definitiva, es lo que tienen los mitos.
En el Museo de la Ciudad, nos hemos dado cuenta de la mitificación del Rey Juan Carlos, hemos visto la famosa Giraldilla, símbolo del Ron Havana Club y asociada a Inés de Bobadilla y a una historia que no me acuerdo demasiado bien. La visita de los monumentos y museos en La Habana es interesante, pero lo que me ha resultado sorprendente es la cantidad de funcionarios que hay, en ocasiones más que turistas.
De repente a la hora de comer, las nubes han tapado el sol y ha empezado un tormentón. Los cubanos ni se han inmutado, pero los italianos de la mesa de al lado y nosotros lo hemos flipado. Si una tormentilla es así, ¿cómo será un huracán?
Hoy ya nos hemos aventurado a meternos por las calles que no son tan turísticas, tratando de conocer como viven por aquí. En cuanto sales del callejeo turístico, las calles están mal asfaltadas y la gente está en la calle, ya sea jugando los niños descalzos al fútbol, como los más mayores sentados en la puerta de sus casas. En cada cuadra hay un Comité de Defensa de la Revolución (CDR) y de vez en cuando las pequeñas tiendas estatales que apenas tienen más que plátanos. Estas tiendas y pocas más (la de los famosos helados Coppelia) son las que autorizan el pago en Pesos cubanos (para que os hagáis una idea: 1 € = 1.2 CUC (pesos convertibles) y 1 CUC = 24 pesos cubanos). Lo de la doble moneda es un truco financiero, para no devaluar la moneda ni arruinar más a los propios cubanos. Dejando la moneda de un lado, lo impresionante de meterse por otras calles es que en Cuba no se siente la inseguridad, y eso sin duda te permite sumergirte más en la nada fácil realidad del pueblo cubano.
Ya hemos empezado nuestro particular concurso de “Encuentra el mejor mojito de Cuba”. De los 2 de hoy, el mejor ha sido el de “La Bodeguita del medio”, supongo que la historia del sitio ayuda.
Pero volvamos al principio y a las charlas de los cubanos. Tu te empollas la Lonely, encuentras un sitio que crees chulo para cenar, pero como hables con un cubano olvidate, todos conocen un sitio mejor, más barato con los platos más grandes,... Vale, me has convencido, vas y el tío se sienta contigo en la mesa (mientras hacen la cena, recordad que es Cuba) y te habla de cualquier cosa y es que ya lo dice Fidel “Cultura y Libertad” (Libertad cero pero todos al cole hasta los 16). El colega a estas alturas es tu compadre, te busca un garito para tomar copas (él también las toma) y despide a su mujer a casa y. Al final no todo es tan buena voluntad y nos cobran más, ¡joder, que capullo.
El día acaba mojado en una cantidad moderada de Ron.
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