Bueno, después de unos días en que no nos ha sido posible avanzar en nuestra historia, aquí estamos de nuevo, aunque no haya nadie que haga comentarios ni nos mande abrazos o besos húmedos. Nos hemos dado cuenta que para publicar comentarios teníais que registraros, y lo hemos cambiado, para que podáis ponernos a caldo, o decirnos cosas bonitas sin dar ni una sola pista de quien sois. A ver si así os soltáis.
Nos quedamos en nuestra historia con nuestro último día en la Habana. Gracias a la parece ser, concienzuda tarea de Jose, que, parece ser, por una ligera indisposición no prevista, ha invertido parte de su tiempo de libre de vacaciones previo a estos 18 días en estudiar concienzudamente los itinerarios de la Habana, hemos optimizado la estancia en la Habana. Y este último día nos quedó poco que hacer.
La noche anterior fuimos a la fortaleza del Morro a ver una representación de la ceremonia del cañonazo con el que antiguamente se avisaba a los habaneros de que se cerraban las puertas de la Ciudad al caer la noche. Está muy bien puesto el nombre del morro, porque la verdad es que mi abuela desfilaría mejor...es un paripé grandioso, con soldados vestidos de época con los uniformes de otra talla, exagerando los gestos y encendiendo un petardo gordo. Creo que no merece la pena los 6 chavos solo para eso. No obstante el castillo está chulo y si vas temprano para verlo seguro que amortizas la entrada.
Pero a lo que iba, para el último día teníamos pendiente el centro de la Habana, comenzando por el museo de la Revolución. Como siempre, con los horarios cambiados al intentar apañar una visita guiada al Museo, pillamos a la guiá comiendo, con lo que tenemos que hacer tiempo, e invertimos el orden, vemos el capitolio, el edificio Bacardí, el teatro nacional... y el Floridita! TREMENDO SITIO, COMPADRE! Que pájaro el hijoputa del Hemingway! El Daiquiri que ponen es sencillamente lo mejor que he bebido desde que llegué aquí y si me apuras en un año (hubo un ron “Legendario” añejo en el cumple de Chus el año pasado que era fantástico también) Os lo recomiendo, es caro, 6 chavos, pero está buenísimo. Me creo que Hemingway se tomara, según dicen hasta 13 dobles de una sentada. Pero la guiá del museo y la subida del IPC desde los años 60 nos impiden romper (pues nuestra capacidad psicosomática está fuera de toda duda) la marca hemingwayana.
En el museo, una entusiasta guía nos da un paseíto de 2 horas amenizado con la historia revolucionaria. Evidentemente tienes que ser crítico con lo que te cuentan, es una historia muy elaborada pero no deja de tener un aire romántico que a mí personalmente me mola mucho. Creo que el hecho de que te cuenten primero los fracasados intentos anteriores al triunfo de la revolución influye definitivamente a que mires con simpatía a esta panda de revolucionarios...
Tras comer, después de las dos horas de chapa, no tenemos nada que hacer, así que nos dedicamos al dolce far niente en la terraza de un restaurante, a base de los descubiertos daiquiris. Esta tarde debe quedar como un hito en la historia cubana, en la que tres españolitos, o quizás solo dos, porque ya han sido varias veces las que le han preguntado a Jose si es cubano, por el ese aire trigueño que tiene... Creemos que esa es la razón por la que ya no le entran las cubanas... pero eso es otra historia y lo que pasa en Cuba, se queda en Cuba... bueno, que me enrollo como un cubano, decía que debe inscribirse con letras de oro, junto con el 1 de enero del 59, este día del 27 de agosto, en que tres españolitos se trincaron 4 rondas de Daiquiris y consiguieron que los del restaurante, cubanos avezados en el arte del regateo y trapicheo, les invitasen a una ronda más... Decidimos no estropearlo, y como además el día siguiente iba ser durillo nos fuimos a dormir...
Nos quedamos en nuestra historia con nuestro último día en la Habana. Gracias a la parece ser, concienzuda tarea de Jose, que, parece ser, por una ligera indisposición no prevista, ha invertido parte de su tiempo de libre de vacaciones previo a estos 18 días en estudiar concienzudamente los itinerarios de la Habana, hemos optimizado la estancia en la Habana. Y este último día nos quedó poco que hacer.
La noche anterior fuimos a la fortaleza del Morro a ver una representación de la ceremonia del cañonazo con el que antiguamente se avisaba a los habaneros de que se cerraban las puertas de la Ciudad al caer la noche. Está muy bien puesto el nombre del morro, porque la verdad es que mi abuela desfilaría mejor...es un paripé grandioso, con soldados vestidos de época con los uniformes de otra talla, exagerando los gestos y encendiendo un petardo gordo. Creo que no merece la pena los 6 chavos solo para eso. No obstante el castillo está chulo y si vas temprano para verlo seguro que amortizas la entrada.
Pero a lo que iba, para el último día teníamos pendiente el centro de la Habana, comenzando por el museo de la Revolución. Como siempre, con los horarios cambiados al intentar apañar una visita guiada al Museo, pillamos a la guiá comiendo, con lo que tenemos que hacer tiempo, e invertimos el orden, vemos el capitolio, el edificio Bacardí, el teatro nacional... y el Floridita! TREMENDO SITIO, COMPADRE! Que pájaro el hijoputa del Hemingway! El Daiquiri que ponen es sencillamente lo mejor que he bebido desde que llegué aquí y si me apuras en un año (hubo un ron “Legendario” añejo en el cumple de Chus el año pasado que era fantástico también) Os lo recomiendo, es caro, 6 chavos, pero está buenísimo. Me creo que Hemingway se tomara, según dicen hasta 13 dobles de una sentada. Pero la guiá del museo y la subida del IPC desde los años 60 nos impiden romper (pues nuestra capacidad psicosomática está fuera de toda duda) la marca hemingwayana.
En el museo, una entusiasta guía nos da un paseíto de 2 horas amenizado con la historia revolucionaria. Evidentemente tienes que ser crítico con lo que te cuentan, es una historia muy elaborada pero no deja de tener un aire romántico que a mí personalmente me mola mucho. Creo que el hecho de que te cuenten primero los fracasados intentos anteriores al triunfo de la revolución influye definitivamente a que mires con simpatía a esta panda de revolucionarios...
Tras comer, después de las dos horas de chapa, no tenemos nada que hacer, así que nos dedicamos al dolce far niente en la terraza de un restaurante, a base de los descubiertos daiquiris. Esta tarde debe quedar como un hito en la historia cubana, en la que tres españolitos, o quizás solo dos, porque ya han sido varias veces las que le han preguntado a Jose si es cubano, por el ese aire trigueño que tiene... Creemos que esa es la razón por la que ya no le entran las cubanas... pero eso es otra historia y lo que pasa en Cuba, se queda en Cuba... bueno, que me enrollo como un cubano, decía que debe inscribirse con letras de oro, junto con el 1 de enero del 59, este día del 27 de agosto, en que tres españolitos se trincaron 4 rondas de Daiquiris y consiguieron que los del restaurante, cubanos avezados en el arte del regateo y trapicheo, les invitasen a una ronda más... Decidimos no estropearlo, y como además el día siguiente iba ser durillo nos fuimos a dormir...
2 comentarios:
Hola...parece que voy a tener el dudoso "honor" de hacer el primer comentario...ya veo ya que os lo estáis pasando de muerte hermanos...que envidia..a mi se me terminan ya las vacaciones y en este norte sólo he podido disfrutar de esa lluvia tan maravillosa que nos da este caracter alegre y festivo a los de bilbo...ala, pues a pasarlo bien en los días que os quedan...que ya no son muchos :-)
falsos mulatillos,
cuabanos de pacotilla, mujeriegos...
frescos,
que soís unos frescooooooooooooos!
Tenías que habeos llevado a la guía con vosotros! Ella también va a La Floridita: Fue allí, bajo los efectos del maravillososo daiquiri que se dio cuenta de que su destino estaba escrito mostrando los encantos de los castillos cubanos, insuperables en belleza a los de cualquier otro lugar del mundo. Ja ja!
Muy bien llevada la quinta ronda. la próxima vez me voy con vosotros.
Ah! yo elijo patria, si era para contestar, "tipo susto o muerte"... más gringo.
besos!
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